La transición energética ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad. Las pymes gallegas, especialmente aquellas con altos consumos eléctricos, encuentran en la energía solar una oportunidad real para reducir costes y mejorar su huella ambiental. El autoconsumo fotovoltaico no solo supone ahorro, sino también independencia energética y una imagen de marca más sostenible.
El primer paso es analizar los patrones de consumo eléctrico: cantidad de energía utilizada, horarios de mayor demanda y costes actuales en la factura. Este diagnóstico permite dimensionar correctamente la instalación fotovoltaica y calcular el retorno de la inversión.
- Revisión de facturas eléctricas de los últimos 12 meses.
- Identificación de picos de consumo.
- Estudio del espacio disponible en cubiertas o terrenos.
Una vez conocido el consumo, se realiza un estudio para determinar:
- Potencia necesaria (número de paneles solares).
- Orientación e inclinación de la cubierta, para maximizar la producción.
- Inversión inicial frente al ahorro esperado.
En muchos casos, el período de amortización ronda entre 5 y 7 años, dependiendo de la instalación y del precio de la electricidad.
Existen dos fórmulas principales de autoconsumo con excedentes vertidos a la red, donde la energía sobrante se vende a la comercializadora generando ingresos adicionales, o el autoconsumo sin vertido, en el que toda la energía se utiliza para consumo propio mediante un sistema que evita la inyección a la red. La elección dependerá del perfil de consumo de la empresa y del interés en obtener ingresos por la energía excedentaria.
Además, debe tenerse en cuenta que una instalación fotovoltaica requiere un mantenimiento muy bajo, con revisiones periódicas de los inversores y limpieza de los paneles (1 o 2 veces al año). El seguimiento a través de plataformas digitales permite detectar incidencias y optimizar el rendimiento.
Tramitación legal y permisos
Uno de los aspectos que más preocupa a las pymes a la hora de apostar por el autoconsumo fotovoltaico es la parte administrativa. La realidad es que, aunque los trámites pueden variar según la potencia de la instalación y la modalidad de autoconsumo elegida, el proceso es mucho más sencillo de lo que suele pensarse, y en muchos casos la empresa instaladora se encarga de gestionarlo.
De forma general, los pasos principales son:
- Licencia de obra o comunicación previa en el ayuntamiento: para la mayoría de las instalaciones en cubiertas basta con una comunicación de obra menor, lo que simplifica el procedimiento.
- Permiso de acceso y conexión a la red eléctrica (cuando se opta por la modalidad con vertido de excedentes): este paso garantiza que la energía sobrante pueda inyectarse a la red en condiciones de seguridad.
- Contratos de compensación de excedentes con la comercializadora, en caso de vender la energía producida que no se consuma.
- Registro en el RAACE (Registro Administrativo de Autoconsumo de Energía Eléctrica): trámite necesario para formalizar legalmente la instalación.
En resumen, aunque existen requisitos legales que cumplir, se trata de un proceso asumible, y la mayoría de las empresas instaladoras ofrecen un servicio “llave en mano” que incluye tanto la parte técnica como la documentación. La ejecución de la obra suele ser rápida, entre 2 y 4 semanas según el tamaño de la instalación. Los paneles solares, inversores y sistemas de monitorización permiten a la empresa controlar en tiempo real el consumo y la producción de energía.
Beneficios más allá del ahorro
Cuando una pyme decide instalar paneles solares, su principal objetivo es reducir costes. Sin embargo, el autoconsumo fotovoltaico aporta ventajas que van mucho más allá del ahorro económico. Algunas de ellas son:
- Estabilidad y previsibilidad: frente a la volatilidad del precio de la electricidad, generar la propia energía permite un mayor control y estabilidad a medio y largo plazo.
- Reputación corporativa: cada vez más clientes, proveedores y socios valoran el compromiso ambiental de las empresas.
- Cumplimiento normativo y ventaja competitiva: dentro del marco legislativo europeo que avanza hacia una economía baja en carbono.
- Responsabilidad social e impacto ambiental: al reducir la huella de carbono y contribuir directamente a los objetivos de desarrollo sostenible.
- Innovación y competitividad: implantar tecnologías limpias suele ser el primer paso para adoptar otras soluciones de eficiencia energética y digitalización, impulsando así la competitividad empresarial.
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