La gestión responsable de los recursos se ha convertido en un elemento clave para mejorar la competitividad de las empresas, en un momento en el que toda acción que llevemos a cabo tiene una gran repercusión en los resultados. Entre esos recursos, la energía ocupa un lugar destacado ya que impacta directamente en los costes operativos, condiciona el funcionamiento diario e influye en la percepción que la clientela y el mercado tienen de las organizaciones.
Por eso, la eficiencia energética ya no es una opción secundaria, sino una herramienta de planificación empresarial imprescindible. Y no está pensada solo para grandes compañías. Al contrario: autónomos y pymes son los que más pueden beneficiarse de la adopción de medidas que les permitan reducir consumo, mejorar procesos y acceder a nuevas vías de apoyo público.
La eficiencia como parte de la estrategia empresarial
Mejorar la eficiencia energética no es un ejercicio técnico o únicamente ambiental, es una decisión empresarial ya que para muchos pequeños negocios, los gastos asociados al consumo eléctrico representan una parte importante del presupuesto anual. Pequeñas variaciones en el coste del suministro pueden suponer diferencias significativas en la rentabilidad, y ese escenario hace que cada paso hacia una mejora tenga un impacto real e inmediato.
En los últimos años, muchos autónomos y pymes gallegas iniciaron pequeñas transformaciones que les permitieron avanzar hacia modelos más eficientes, desde el cambio de iluminación, pasando por la actualización de equipos de climatización, hasta la incorporación de soluciones de monitorización que facilitan conocer con exactitud dónde, cuándo y cómo se consume la energía. Muchas de estas acciones requieren inversiones moderadas y pueden contar con ayudas públicas destinadas precisamente a facilitar esta transición.
La eficiencia no es solo ahorro, también es mejor organización, mayor confort en los espacios de trabajo, más fiabilidad de los equipos y una mayor coherencia con los retos ambientales.
Eficiencia energética en la práctica: pequeñas acciones, grandes resultados
No hablamos de grandes inversiones, sino de cambios inteligentes y razonables que pueden aplicarse en cualquier sector como son:
1. Iluminación eficiente es el primer paso que todo negocio puede dar
Sustituir luminarias antiguas por LED supone hasta un 80% menos de consumo, mayor vida útil, menos mantenimiento y una mejor calidad de la luz en el espacio de trabajo o en el local comercial.
Una zapatería, una oficina pequeña, un estudio creativo o un restaurante pueden reducir costes de forma inmediata solo con este cambio.
2. Equipos de climatización más eficientes
La climatización es uno de los consumos más altos de las pymes. Muchos autónomos trabajan en locales pequeños donde la calefacción o el aire acondicionado funcionan prácticamente todo el día. Cambiar a sistemas más eficientes (por ejemplo, bombas de calor de alta eficiencia) puede suponer entre un 30% y un 50% de ahorro, un mejor control de la temperatura y una reducción de emisiones.
Un ejemplo es el de un estudio creativo situado en un bajo comercial de un municipio del interior. El incremento de las horas de trabajo con luz artificial y el uso continuo de la climatización provocaban una factura energética elevada. La sustitución progresiva de las luminarias por sistemas LED y la renovación de un equipo antiguo de aire acondicionado por una bomba de calor de mayor eficiencia permitieron reducir el gasto mensual de manera sostenida.
3. Optimización de procesos: la energía escondida
Algunas pymes no se dan cuenta de que su consumo real no es tanto lo que ven en la factura, sino lo que se esconde en los hábitos diarios como son equipos que quedan encendidos fuera de horario, máquinas infrautilizadas que consumen más de lo necesario, sistemas de refrigeración sin mantenimiento o iluminación en zonas sin uso.
Por ejemplo un pequeño restaurante situado en una zona costera. Los equipos de refrigeración y la climatización suponían una parte importante de su consumo energético anual. Tras realizar una auditoría, se detectó que ciertos sistemas funcionaban fuera de horario y que la falta de mantenimiento reducía la eficiencia. La reprogramación de los equipos, el adecuado control de las temperaturas y la renovación de un frigorífico industrial mejoraron significativamente la situación.
Pequeñas medidas, como instalar temporizadores, sensores de movimiento o programar los equipos correctamente, pueden marcar una gran diferencia.
4. La importancia de la auditoría energética, también para las pymes
Una auditoría energética no es un proceso complejo ni caro, y tiene un beneficio claro: identificar dónde y cómo se puede ahorrar energía.
Es especialmente útil para talleres, comercios, pequeñas industrias, oficinas u hostelería. Muchas veces, los ahorros detectados son tan evidentes que se amortizan en poco tiempo.
Para comprender de forma clara el impacto que puede tener la eficiencia energética en un negocio pequeño, basta con observar casos prácticos que ya forman parte del día a día. Los autónomos y las pymes tienen un papel protagonista en este proceso, y la eficiencia energética es, sin duda, una de sus mejores aliadas.
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