El capital social puede aumentarse de varias formas, en función de si la financiación procede de la propia empresa o es ajena a ella (interno o externo). De la primera, las principales formas son a través de beneficios no distribuidos, de la acumulación de amortizaciones y de las provisiones. En cuanto a la segunda, son las aportaciones de los socios, que pueden ser dinerarios o no dinerarias (en forma de activos). En tal caso, se generan nuevas participaciones o acciones que pueden venderse a la par (por su valor), sobre la par (por encima de su valor nominal, cuyo excedente genera reservas) o liberadas (gratuitas, emitidas con cargo a reservas).
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